Publicado
Esta nueva misión nace de un proyecto formulado por las hermanas durante los últimos años y que vio la luz en el 38º Capítulo General. Se trata de apoyar el servicio y la vida de la comunidad que reside en la “Grand Maison”, lugar donde la noche de Navidad de 1800, Pierre Coudrin y Henriette Aymer de La Chevalerie fundaron la Congregación de los Sagrados Corazones.
Nacida en el cerro Barón y crecida en el Alegre, en Valparaíso, Violeta Vidal ss.cc. vive este nuevo desafío como una respuesta a su vocación y al compromiso que asumió desde el inicio de su vida religiosa: “Yo tenía dos cosas claras cuando entré: si le decía sí al Señor era para siempre, y la otra cosa clara era que yo entraba por Él”.
Su camino en la Congregación comenzó en 1984, cuando llegó como profesora de Física al Liceo Nuestra Señora de la Paz. Sin experiencia pastoral previa, se integró a la pastoral de profesores, donde conoció a las hermanas María Cortés ss.cc. y María Loreto Larraín ss.cc. Fue esta última quien la invitó a una misión en Iquique para apoyar a nuestro hermano obispo Javier Prado en temas de educación. Violeta cuenta que dicha experiencia fue decisiva: “Esa misión me marcó y me abrió la puerta a tomar la decisión de entrar a la vida religiosa. Yo era laica, nunca fui con la idea de consagrarme. Solo buscaba una experiencia de misión. No me gustaba la posibilidad de usar hábito, pero el Señor me dio vuelta todo”.
Durante su año en Iquique María del Carmen Pérez ss.cc. visitó la misión, momento en el que sostuvieron largas, profundas y hermosas conversaciones que fueron provocando en Violeta la inquietud vocacional que posteriormente la lleva a tomar la decisión de ingresar a la Congregación.
Hizo sus votos temporales el 27 de febrero de 1988 junto a Marcia Jammet, Antonieta Vergara y Carmen Gloria Mancilla. En 1995 hace sus votos perpetuos en Villa Alegre.
Este domingo 30 de marzo Violeta aterrizó en Poitiers. Inicia así una nueva etapa en respuesta a una petición de la Provincia Europa Norte al Gobierno General para apoyar la realidad de la Grand Maison, un lugar que pertenece a toda la Congregación. Para ella, esta misión también es un acto de gratitud: “Las primeras hermanas fundaron 11 casas en Francia antes de salir a Chile que fue el primer país en misión. Se embarcaron sin conocer nada, atravesaron el océano durante tres meses y llegaron a un país donde no entendían ni el idioma ni la cultura. Murieron aquí y fundaron con mucha fuerza. Ahora nos toca a otras salir a lo desconocido”.
El idioma es un desafío, pero no un obstáculo. Confiada en la providencia y con la misma entrega que ha guiado su vida, Violeta Vidal ss.cc. asume esta nueva misión con la certeza de que el Señor seguirá abriendo caminos.
En junio de 2024, la comunidad de Bañado, en Paraguay, cerró sus puertas tras años de servicio de muchas hermanas. Allí, Violeta, junto a las hermanas Nelly y Zulma, trabajó durante 10 años en la parroquia y en el acompañamiento de las familias, los niños y la parroquia. Su labor más significativa fue apoyar un centro escolar para niños que, en muchos casos, no sabían leer. “Teníamos el apoyo de un grupo de las comunidades cristianas de los jesuitas, CVX. Ellos llamaron al proyecto ‘Centro de Apoyo Pedagógico Integral’, pero los niños lo bautizaron como ‘Escuelita Mágica’, porque dicen que es mágica porque ahí cambian, ahí aprenden y se sienten bien, algo que no les pasa en la escuela”.
Ese proyecto creció y dio origen a una segunda escuela, San Damián, en un sector de extrema pobreza aún más al interior del Bañado. Hoy, más de 60 niños reciben apoyo pedagógico en un contexto donde la educación formal enfrenta grandes desafíos: “En Paraguay, todos los niños pasan de curso, sepan leer o no, y eso es muy precario. Hemos trabajado para que las madres tomen conciencia de que la única forma de salir de la pobreza es a través de una buena educación. Eso es lo que hacemos: que reconozcan su dignidad y la defiendan. Les decimos a los niños que sí, son del Bañado, pero son dignos y deben demostrar que valen”.
La transformación ha sido evidente. Con los años, los niños fueron llegando impecables a la escuela y las familias se involucran en su proceso de aprendizaje. En cuanto se abren las matrículas, los cupos se llenan en un día y son las madres y abuelas quienes participan activamente en la formación y contención de los más pequeños.
Antes de Paraguay, Violeta había servido como profesora de física en los colegios de San Javier, Providencia y Nuestra Señora de la Paz, así como también en otros colegios mientras vivía en la parroquia San Gregorio. También fue directora y representante legal en el Liceo SS.CC. San Javier.
En este proyecto se asume disponible para servir en lo que se requiera. Lo importante, dice, es “devolver la mano a las primeras misioneras y aportar a la preservación de la historia de la Congregación”.