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Del 13 al 17 de enero, 30 hermanas de la Congregación de los Sagrados Corazones en Chile participaron del retiro anual en la Casa de Retiros de Viña del Mar. Estos días fueron acompañados por Alberto Toutin ss.cc., superior general de la Congregación, quien las motivó a vivir una experiencia profunda de oración, reflexión y renovación en su vocación y misión como hermanas reparadoras y adoradoras.
El retiro se centró en el tema de la reparación, eje central de la espiritualidad de la Congregación. A través de la oración personal y comunitaria, la adoración, las eucaristías diarias y las reflexiones de nuestro hermano Alberto, las hermanas profundizaron en cómo ser signo del amor sanador de Dios en sus comunidades y en el mundo. “El Señor quiere seguir amando a través de nosotras”, reflexionó Marta, quien describió este tiempo como “un llamado bello a vivir la vida en plenitud”.
Los textos bíblicos, como el relato del leproso sanado por Jesús, iluminaron los días de retiro, invitando a las hermanas a reconocer sus propias heridas y a dejar que el Señor las sane y las transforme. Valentina compartió: “Hemos visto cosas muy profundas, por ejemplo cómo reconocer la presencia del Señor en nuestras brechas y pecados para volver a la vida fraterna. Este retiro ha sido una invitación a pedir al Espíritu Santo que nos renueve cada día”.
El testimonio de Damián de Molokai también tuvo un lugar destacado en las reflexiones. Rosina destacó: “Lo que más me ha impactado fue la relación de Damián con Jesús y cómo hizo su propio Gólgota en Molokai. Ha sido profundo, muy interesante”.
La dimensión comunitaria del retiro también fue significativa. “Nos hace mucho bien compartir estos momentos de cuidado unas con otras”, comentó Valentina, mientras que Susana expresó su gratitud por descubrir “pistas e intuiciones que debo seguir trabajando durante el año, como la dimensión sanadora que brota de nuestra fe y la reparación comunitaria”.
Este retiro fue una experiencia de renovación interior y comunitaria que anima a las hermanas a continuar su misión de reparación en el mundo. “El Señor nos invita a ser mujeres que gasten su vida en reparar, así como lo hizo Jesús, que pasó haciendo el bien para sanar y no dañar”, concluyó Marta Montecino ss.cc., reafirmando el llamado a vivir la espiritualidad de los Sagrados Corazones con pasión y esperanza.
En palabras de Alberto Toutin ss.cc., “fueron días de oración junto a las hermanas, rezar con ellas y por ellas. Abordamos distintas dimensiones de la reparación y en especial la reparación de la fraternidad entre nosotros. Creo que fue una buena noticia tanto para ellas como para mí, y una invitación muy fuerte a que la calidad de nuestras relaciones fraternas son parte de la misión”.
Al finalizar el retiro, nuestra decana Albertina Garrido, le hizo entrega de un presente a Alberto y la gratitud de todas por estos días compartidos en la fraternidad de los Sagrados Corazones.
Testimonio hermana Rosina Quintana ss.cc.: Lo que más me ha impactado fue Damián de Molokai y su relación con Jesús. Cómo él fue en Molokai haciendo su Gólgota. Ha sido profundo, muy interesante. El Señor va haciendo su obra en cada una de nosotras con estos temas, con estas reflexiones, con la oración de la mañana, la adoración y la eucaristía, y tenemos nuestra oración en comunidad, también las charlas con Alberto y la reflexión personal que cada una tiene. Es una gracia de Dios estar en esto.
Testimonio hermana Valentina Pérez ss.cc.: Todos los retiros tienen su novedad. Sabemos cómo empezamos pero no sabemos cómo vamos a terminar. Ha sido una sorpresa el camino en que nos ha acompañado Alberto en que nos hizo la pregunta: qué va a significar o qué va a ser este retiro para nosotras. Vimos cosas muy profundas: ser hermanas ss.cc significa ser reparadoras, ser adoradoras, somos hermanas que la iglesia cuenta con nosotras, con nuestra familia religiosa y nosotras contamos con la iglesia. Es una invitación a tener presente al Espíritu Santo en nuestra vidas y pedirle también al Espíritu que venga a nuestras vidas cada día y cada momento. Luego nos adentramos en el tema del siervo sufriente; cómo desde el pecado nosotras, desde mi pecado, desde mi quiebre y mi brecha en la vida fraterna con mis hermanas, cómo reconocer ahí la presencia del Señor y poder reparar lo que hay que reparar para volver a la senda de la vida de fraternidad. Desde el miércoles hablamos de varias figuras emblemáticas de la historia universal que nos ayudan también a mirar cómo este amor de Jesús traspasa las barreras de la iglesia y la vida religiosa y que hay gente tan comprometida con la iglesia y con el amor a Dios y con Dios mismo sin profesar una religión. También vimos cómo desde el arte podemos descubrir la reparación en mi vida desde lo que voy viviendo en el dolor o la tristeza. Cómo poder recuperarnos y rehacernos después de vaciarnos en el dolor y dejar que nazca una mujer nueva, y ahí nos comentó que el mejor ejemplo que tenemos es el de Job, y para mí, la verdad es que ha significado harto y es muy profundo porque me da la posibilidad de reparar mis errores y de saber que el Señor me da otra oportunidad. También recorrimos en estos temas la historia de la congregación a través del testimonio de Damián, y cómo este hombre tan bondadoso y simple es capaz de responder a un llamado cuyas consecuencias no conocía. Él siguió a Jesús en una entrega total. Estoy muy contenta con este retiro. Alberto fue clave por la forma que tiene él de ser y su acogida que nos invita a renovarnos a través de experiencias como esta. Nos hace mucho bien compartir estos momentos de cuidado de unas y otras.
Testimonio hermana Marta Montecino ss.cc.: En ocasiones no resulta fácil expresar en palabras lo que ha significado un tiempo de gracia como es un tiempo de retiro. Así lo experimento yo, y lo vivo; como un tiempo en que el Señor me invita a disponer el corazón para entrar en sintonía con su corazón misericordioso. Al iniciar el retiro hubo algunas frases que se quedaron en mi corazón y que me acompañaron estos días. Lo primero que nos decía nuestro hermano Alberto, es que no hay amor sin reparación y esa es la forma cristiana de amar. La reparación, tan nuestra de la congregación, es una noble tarea que el Señor nos confía, como se nos decía que el Señor quiere seguir amando a través mío, a través de cada una de las hermanas y de los hermanos que formamos parte de la congregación: nuestro misión es de reparación, lo dicen nuestras constituciones y el evangelio al cual nos debemos. Jesús lo hizo. Lo hizo con una convicción profunda de que era el querer del corazón de su padre amoroso. Reparar es estar atento, atenta a las necesidades de las personas con las que vamos compartiendo la vida en lo cotidiano. Este tiempo de retiro también ha sido acompañado por los evangelios de cada día. Iniciamos el retiro con el evangelio que habla del llamado de Jesús a sus primero discípulos para enviarlos a ser pescadores de hombres y anunciar la Buena Noticia. Los días siguientes han sido textos que hablan de reparación y sanación como lo hacía Jesús con el leproso, con la suegra de Pedro, con el endemoniado, el paralítico. Y siento que el retiro ha sido eso, muy acompañada de la palabra de Dios, que clarifica y dice: es eso, lo que aparece aquí en los evangelios es a lo que estás invitada tú y tus hermanas en comunidad a hacer realidad, a ser mujeres que gasten su vida en reparar, así como lo hizo Jesús que pasó haciendo el bien para sanar y no dañar. Ser bondadosas de corazón como lo es nuestro padre Dios manifestado en Jesús. Es un llamado bello a vivir la vida en plenitud. Le doy gracias al Señor también por este tiempo, es mucho lo que el retiro dejó en mi corazón: me llama y me invita a ser una reparadora feliz donde quiero siempre el bien para todos y todas con las que voy compartiendo mi vida en lo cotidiano, porque es ahí donde el Señor Jesús reparaba y sanaba, en lo cotidiano. Me ayudó a recrear mi vocación y mi llamado a esta familia religiosa. Lo que hacemos es tan actual y tan urgente en este tiempo donde hay mucho que reparar y mucha herida que sanar. Podemos llevar una palabra de esperanza de que si Dios está presente es posible que la vida sea mejor.
Testimonio hermana Susana Dumrauf ss.cc.: Siempre un retiro para mi es una oportunidad para dejar que el Señor me mire con cariño, me invite a revisar mi vida y para dar, en la medida de lo posible, un nuevo paso para crecer en mayor libertad. En estos días puedo decir que las reflexiones de nuestro hermano Alberto fueron muy cuestionadores recorriendo el fascinante tema de la reparación que como todas sabemos es eje central de nuestra espiritualidad Sagrados Corazones. En lo personal puedo decir que descubrí algunas pistas, algunas intuiciones que debo seguir trabajando durante el año. Entre ellas me gustó mucho el tema de la desilusión como una etapa de purificación espiritual, también la dimensión sanadora que brota de nuestra fe y la reparación comunitaria donde el Señor nos va convirtiendo en sanadoras sanadas. También un redescubrimiento que hice fue los capítulos 12 y 15 de la carta a los Romanos, puedo decir que son una verdadera joya y una invitación a una renovación interior que nos impulse a buscar a Dios cada vez con mayor hondura en mi vida.
Palabras de Alberto Toutin ss.cc.: Fueron días de oración junto a las hermanas, rezar con ellas y por ellas. Abordamos distintas dimensiones de la reparación y en especial la reparación de la fraternidad entre nosotros. Creo que fue una buena noticia tanto para ellas como para mí como una invitación muy fuerte a que la calidad de nuestras relaciones fraternas son parte de la misión y sobre todo porque es Jesús el que llama a cada uno a ser su hermana, su hermano y entonces a él necesitamos volver una y otra vez para que juntos nos acompañemos a seguir a Jesús lo más fielmente posible, abrazando también nuestras heridas y pidiéndole a él que nos ayude a sanarlas, a él que es el reparador y el sanador.