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Buena Madre, Buen Padre, Damián de Veuster, Tremeloo, Picpus, Poitiers, Coudrin, Aymer, Nuestra Señora de la Paz, Grand’ Maison… Nombres y lugares que para quienes se vinculan a la Congregación de los Sagrados Corazones son muy familiares. Pero para la mayoría lejanos. La Congregación se encuentra presente en 4 continentes y en numerosos países donde se vive la espiritualidad y además se conoce de esta historia. Esa que empezó la noche de Navidad de 1800… y que el próximo año cumple 225 años. Pero pocos han ido a la fuente donde todo comenzó, donde todo se rezó y se consagró a los sagrados corazones de Jesús y de María.
La Sesión Poitiers es una experiencia que organizan los gobiernos generales de la Congregación de los Sagrados Corazones, donde hermanas y hermanos recorren lugares fundacionales y relevantes de la historia de los SS.CC. Es un encuentro donde participan religiosas y religiosos de los 4 continentes en los que está presente la Congregación. La fraternidad se experimenta fuertemente, junto con la emoción de recorrer los lugares donde todo comenzó.
Desde el 2 al 20 de julio, 31 hermanas y hermanos, acompañados de 4 consejeros generales pudieron visitar la tumba de la Buena Madre y el Buen Padre, los lugares donde nacieron, la casa donde nació la idea de la Congregación. Estuvieron en el Colegio de los Irlandeses, donde se ordenó sacerdote Pierre Coudrin, y recorrieron el lugar donde fueron martirizados los hermanos en la masacre de la Comuna. Llegaron también a las tierras de San Damián de Molokai. De vuelta en Paris, visitaron el lugar que acoge la imagen de Nuestra Señora de la Paz, patrona y protectora de la Congregación.
Desde Chile, tuvieron la oportunidad de vivir esta experiencia nuestras hermanas María Concepción Vegazo ss.cc., Violeta Vidal ss.cc. y Rosina Quintana ss.cc., y el hermano Rafael Domínguez ss.cc. Nuestras hermanas llegaron una semana antes del encuentro para poder visitar el Vaticano y la Casa General de la Congregación en Via Aurelia, Roma, cuya superiora es la religiosa chilena Patricia Villarroel ss.cc.
Hna. Violeta Vidal ss.cc.
“Fue una experiencia muy inda, desafiante, cuestionadora y también impulsora de lo que el Señor espera de nosotras hacia adelante. Estuvimos con la Buena Madre y el Buen Padre, fue maravilloso. Estuvimos donde hicieron sus votos en la noche de navidad y fue realmente hermoso. También en los lugares donde ellos habitaron y nos nutrimos de su espíritu que todavía está por ahí. Fue un gran compartir con las hermanas y hermanos que están en esta experiencia porque es mirar desde distintas realidades, culturas, países y formas de ver el desafío de la vida religiosa. Hay desafíos que nos plantea la realidad mundial, y nos va desafiando a dar nuevas respuestas que sean efectivas para hacer presente el amor del Señor que se nos ha regalado en nuestro carisma”.
Hna. Rosina Quintana ss.cc.
“Esta experiencia cambia la vida. Compartimos con las hermanas que están en la Grand` Maison. Conocimos el escondite del Buen Padre y los archivos de las hermanas que han pasado por Poitiers algún día y por las comunidades que ya no están. Eso fue muy emocionante. El momento de poder sentarnos en un escritorio a trabajar por fin tranquilas a recoger estos días, fue muy bueno. Trabajamos sobre la conversión espiritual divididos por lenguas (francés, inglés, español), y nos hicimos entender, siempre se puede. Gracias a Dios que vivimos esto”.
Hna. Concepción Vegazo ss.cc.
“Esta experiencia maravillosa que vivimos no sé si haya palabras para explicar. No es fácil. Es algo que debería vivir cada una de las hermanas. Es como renovar desde los inicios, desde la fuente, desde la cuna de nuestra familia religiosa todo aquello que de alguna manera siento que se va durmiendo, cansando, desanimando. Se reaniman los valores y los dones que el Señor nos ha regalado: la audacia y el coraje de nuestros fundadores y la confianza plena en este Dios de la vida de jugársela en un tiempo tan difícil, que a lo mejor es parecido al nuestro; la valentía de nuestros mártires, ese abandono en el Señor que nos motiva tan bien. Como no mencionar al Padre Damián y la entrega total a sus hermanos, que es el deseo de cada uno de nosotros y que de alguna manera una se desanima porque las cosas no salen como una quiere, y nos olvidamos de que la misión es de Dios y que nosotras somos servidoras. Reflexiones muy profundas e importantes con todos estos desafíos que nos llueven en la humanidad, no solamente en Chile”.